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diariovasco t irastortzaNerea Azurmendi: Diario Vasco. Literatura. 29-5-22

 

«Nos da miedo hablar de cómo sentimos presente a la gente que hemos querido»

El poemario ‘Mundua betetzen zenuten’ ha regresado acompañado de ‘Llenabais el mundo’, en una edición bilingüe publicada por Olifante

SAN SEBASTIÁN. «Cuando se te muere una amiga, o el padre, o la madre, sientes la evidencia de la muerte», constató Tere Irastortza Garmendia (Zaldibia, 1961) a finales de 2015, en la presentación de ‘Mundua betetzen zenuten’ (Pamiela). Partiendo de esa evidencia, escribió sobre la muerte tratando de contener el tono dramático que suele acompañar al único desenlace inevitable. El poemario ha resucitado en una edición bilingüe –’Llenabais el mundo/Mundua betetzen zenuten’– publicada por la editorial zaragozana Olifante, una de las grandes referencias en la edición de poesía.

– ¿Cómo accede a una nueva vida en castellano un libro que se pu blicó en euskera hace siete años?

– Por casualidad. El año pasado la comunidad invitada en la Feria del Libro de Soria fue Euskadi. Yo fui con ‘Mundua betetzen zenuten’, y en cuanto terminó la presentación se me acercó Trinidad Marcellán, de Olifante, y me dijo que quería publicar mis poemas. No me dedico profesionalmente a la escritura y tampoco tengo mucho tiempo para participar en encuentros de escritores, pero en los últimos dos años he ido a algunos y he observado que mi poesía interesaba. La propuesta de Trinidad fue una grata sorpresa, una sorpresa emocionante.

– La muerte tiene una presencia importante en sus últimos poemarios. ‘Llenabais el mundo /Mundua betetzen zenuten’, sin embargo, no es particularmente lóbrego, el vacío que sugiere sigue siendo vivible.

– El desencadenante del libro fue la muerte de personas que amamos y que nos aman. Su falta provoca un sentimiento de desamparo, pero también es la constatación de que los que llenaban el mundo siguen estando muy presentes. No se trata solo de la au- sencia, sino de una presencia de la que en nuestra sociedad nos da vergüenza hablar. Parece que todos tenemos muy claro que la muerte es el final de todo y nos da miedo, o nos parece demasiado íntimo, hablar de cómo sentimos presente a la gente que hemos querido y nos ha querido.

– Cuando la muerte se vivía de otro modo, las mujeres desempeñaban funciones importantes en el modo de gestionarla.

– Sí, recuerdo a las plañideras vascas, a quienes se prohibió que lloraran en los funerales porque cantaban las honras de la gente que había muerto, pero también las deshonras, y por eso no interesaba que existieran. En muchas culturas la canción elegíaca ha sido interpretada por mujeres. Decía Barandiaran a principios del siglo XX que las mujeres eran las amas de la casa y de las tumbas... Todo eso ha cambiado, pero sí creo que hay un sentido de trascendencia diferente sobre el que podemos meditar como mujeres escritoras.

– Como escritora se dio a conocer en 1980 con ‘Gabeziak’, que ese mismo año ganó el Premio de la Crítica de poesía en euskera. A diferencia de lo que ocurre ahora, apenas había mujeres poetas en euskera. En ese terreno sí que han cambiado las cosas.

– En este momento hay muchísimas mujeres que están siendo aceptadas como escritoras por ser escritoras y no por ser mujeres y eso hay que reforzarlo, hay que apoyar a las escritoras jóvenes. No es lo que vivimos las que empezamos hace treinta o cuarenta años. Todavía recuerdo que cuando gané el Premio de la Crítica un personaje muy destacado de la cultura vasca dijo que, en su opinión, mis poesías no eran más que «las masturbaciones oníricas de una jovencita provinciana»

– Cuarenta y dos años, nueve libros de poesía y dos ensayos después, sus poemas se han traducido a varios idiomas y los ha presentado lejos de casa. Lo hará la semana que viene en Barcelona, regresará pronto a Zaragoza... ¿Qué trae de esos viajes a otras lenguas?

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TRADICIÓN

«Creo que hay un sentido
de trascendencia diferente
sobre el que podemos
meditar como mujeres
escritoras»
             
           

TRADUCCIÓN

«Prácticamente he vuelto
a versionar todo el libro,
porque tenía claro que la
prioridad era que se leyera
bien en castellano»

–Una especie de encantamiento. Al principio pensaba que con este acento que tengo, y trabándome más al leer en castellano que en euskera, no iba a funcionar muy bien, pero percibo que se les presta mucha atención. Los comentarios suelen ser muy interesantes, y es una suerte conocer gente con la que tienes una afinidad literaria, pero mi prioridad es trabajar y seguir escribiendo. Llevo toda la vida escribiendo poesía. Cuando ha habido interés hacia mí lo he aceptado, pero no lo he buscado. Lo que sí estoy viendo es que, a raíz de las traducciones, está creciendo mucho el número de personas que me están leyendo en castellano, pero también en italiano. Creo que eso está sucediendo porque estoy accediendo sobre todo a círculos poéticos. En Euskal Herria, sin embargo, desde que tengo uso de razón se ha dado más fuerza a la narración. Es normal que los autores más mediáticos sean los narradores. Además, no soy una autora profesional, aunque leo y escribo todos los días de mi vida.

Traducción y creación

– Y traduce. En esta ocasión, ha llevado personalmente sus poemas del euskera al castellano. ¿Cómo ha sido la experiencia?

– Ya tenía todo el poemario traducido, pero aun así ha sido un proceso complejo. Suelo ir traduciendo los poemas para poder leer en público los que mejor quedan, pero este caso era diferente. Prácticamente he vuelto a versionar todo el libro porque la traducción que tenía estaba muy pegada al original en euskera, y tenía claro que la prioridad era que se leyera bien en castellano. Al final, he hecho hasta siete versiones de la primera traducción.

– Ha sido un viaje en compañía.

– Sí, en la cuarta o quinta versión contacté con Antonio Méndez Ru- bio, un gran poeta valenciano al- guno de cuyos poemas he tradu- cido al euskera, y le pedí que hi- ciera una primera revisión. Dos compañeros, dos amigos de hace tiempo, los poetas Vicente Huici y Jon Iñaki Lasa, también me han acompañado, y creo que con la ayuda de esas tres voces poéti- cas he conseguido lo que quería.

– ¿Y qué es lo que quería?

– Que los poemas transmitieran en castellano la misma emoción que en euskera. Mi primera versión en castellano era la más literal, pero esa literalidad a menudo rompía con mi voz poética en euskera, que es una voz coloquial, natural... Traducir ese ritmo conversacional al castellano ha sido difícil, y cuando no lo conseguía tenía que buscar otros recursos.

– Teniendo en cuenta la distancia que hay entre el euskera y el castellano, ¿cuáles han sido los principales escollos?

– Por poner un ejemplo, en todos mis poemas hay un punto de ten- sión que se consigue por medio de recursos fonéticos, pero cuando lo llevas al español ya no vale y tienes que buscar otro modo de hacerlo. En ese sentido, traducir poesía es complicado. En una narración el mismo discurso se puede adaptar a un idioma u otro, pero en poesía cada palabra tiene una importancia esencial, no es lo mismo decir ‘morkotsa’ que decir ‘cáscara de espinas que envuelve a la castaña’. En cualquier caso, mucho más importante y complicado ha sido el ‘hitano’. Lo utilizo mucho cuando en mis poemas me dirijo a una persona. En euskera es el único caso en el que se diferencia el masculino y el femenino, y eso en castellano no existe. A la inversa, el hecho de que salvo en ese caso en euskera no haya género gramatical y en castellano sí te obliga a modificar algunas cosas; a elegir, por ejemplo, si ‘idazle’ va a ser ‘escritor’ o ‘escritora’.

– ¿Hasta qué punto ha sido una experiencia de creación, de búsqueda de voz en otra lengua, más que un trabajo de traducción?

– Ha habido un ejercicio de creación en el sentido de aportar cosas nuevas con respecto al poema original. No ha consistido tanto en cambiar el mensaje, que sigue siendo el mismo, sino en buscar otras vías para transmitirlo. Yo estudie en castellano hasta los 18 años y, aunque siempre he leído mucho en castellano, mi idioma de creación es el euskera. Ahora he sentido que tenía que encontrar otra voz, y para ello me he acercado a escritores que siento muy cercanos, como Pablo Antoñana, o Machado, o Delibes; a autores españoles y catalanes actuales que se acercan a mi poética. Ha sido un trabajo muy interesante, una experiencia preciosa. Traducir este libro me ha dado libertad para elegir recursos y aportar algo nuevo en castellano cuando no conseguía igualar al original.

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